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Día 26 de Junio de 2010

Desde este punto no dejo de mirar la parte poniente de mi Pueblo, contemplando la montaña y meseta de La Mesas, detrás de la montaña de San Gregorio y lo que asoma del barrio de Piletas, al fondo la parte de Tafira.

En mi visión quiero reflejar desde lo alto, miro y me mira el Cementerio, castillo del silencio, con su puerta y volado en forma de arco coronado, donde se le percibe en lo alto la Cruz y un ojo en la frente, como un sol que alumbra esperanza, en sus dos laterales cuatro ventanas, dos a cada lado, asoma algún ciprés, uno de ellos y el mas alto tiende a un lado. Desde la distancia me paro dejando mi reverencia, recordando a familiares, amigos y vecinos del Pueblo que compartieron vida.

Esta primera posada destaca un poquito mas abajo el depósito de aguas de abasto, en el lado derecho unos árboles reciben agua dándole vida, quiero ir bajando hasta la casa de Gonzalo y que de aquí aparecen en la mitad del recorrido dos estanques metálicos recién hechos por las obras de la circunvalación a cambio del histórico estanque conocido por de Mastro Daniel, donde jugábamos cuando estaba vacío y sin vallar, hoy conocido por el de Bonny, pegado al estanque estaba el chalet de Agustín Chirino, me paro y la recuerdo notando que a Tenoya le falta algo, una casa construida hace unos 40 años que el dueño fue modelando día a día, queriendo hacer de ella una casa encantada, tanto su exterior como su interior aparecían detalles curiosos, en su fachada un mural, un perro elegante de adorno como si lo estuviera cuidándolo y entre ellos un jardín, en su interior una piscina, un mirador un patio, parecía una casa fantástica, un faro, al lado existió una torre telefónica con un piloto rojo como una estrella en su cúspide señalando su altura, todas sus huellas han quedado borradas solo el recuerdo y fotos que la reviven, reflexionando los estragos lamentables que borran elementos figurativos que están haciendo con la autovía.

 

Recuerdo que en la guardería estaban en principio; Nuria, Maria Rosa y Celeste, luego mas tarde pusieron ayudantes y cuando compraron la guagua, al principio la conducía Don Manuel, que era un poco torpe conduciendo, luego la condujo Nuria   

Recuerdo donde dejaban el camión de Los Yanes de Casa Ayala, y como los niños nos subíamos cuando estaba parado sin perjuicios.  Esta camioneta traía mercancía por las tardes noches para las tiendas de Tenoya, recuerdo que los niños medio granditos nos subíamos hasta llegar hasta Carmelita y de regreso a la cochera, con nosotros iba Antonio Jesús el de Fidela y Andrés que tocaba la armónica

Recuerdo el cuartelillo que estaba subiendo a la Heredad

Recuerdo cuanto estaba la Policía Local en la casa donde hoy es la Casa  de la Cultura  

13 de Diciembre de 2010

Árbol Bellasombra

A pocos pasos del legendario árbol “La Bella Sombra”, desaparecido por su deterioro y  envejecimiento natural, a unos 100 metros de la carretera que baja a las fincas y en la vuelta, se encuentra un mirador improvisado instalado por Pedro conocido también por el de los caballos o el transportista, con tres malecones que le sirven de protección, con cuatro sillones, apreciando en el suelo colillas, huellas de algunos vecinos fumadores que frecuentan la zona.

RELATOS TENOYA
IMAGEN LITERARIA DESDE LA CARRETERA DE CARDONES  
28-6-2010

Hoy emprendo mi paseo por la carretera de Cardones, cortada al tráfico tanto para vehículos como para personas por las obras de la circunvalación.

Ante el permiso, ya que no estaba el tractor trabajando, pero si le veo sus dientes relucientes y afilados y su boca que devora parte de la montaña, me autorizan, paso por delante de lo que fue un terreno en los que pasé un tiempo, que divide la carretera en dos, la parte de arriba establos y terrenos y el resto, terrenos lindante con el pozo (mi pausa y recuerdos los revivo), llego a las primeras casas, la de Chano, la de Julián y Carmita la que le siguen, entre ellas hay casas abandonadas dentro del mismo cuerpo de herederos, al lugar le llaman La Solana, porque el sol le daba desde la amanecer al atardecer (casa de los Marreros) allí vi viviendo a Santiaguito, Ramoncito, Juanito Manuel (estos dos solterones)  atendidos por Maria Dolores Falcón, quedando Carmita hija de Santiaguito viviendo en esa casa hasta no hace mucho tiempo. En este lugar me encontré a Juan Machín, caminante usual, teniendo una breve charla.

Aquí me paro sentándome en un muro contemplando las laderas de los Granadillos y en lo alto asoman balconadas las casas de Las Mesas que quieren coger hasta el precipicio, al lado derecho la subida a San Francisco Javier, que parecen desde aquí sus casas  colgadas, la carretera General le da vida, bajo y doblo la casa del Calero, por vivir este en una época, lo que fue propiedad de mi familia, viviendo mis abuelos maternos y donde nació mi madre y hermanas/os,  también vivió José Tomas Henríquez Armas y su esposa María Henríquez  (conocida por Mariquita la Cuerva, la que fue centenaria) e hijos, (como anécdota José Tomas y familia al venir los primeros coches se marchó a vivir a las Pasaderas porque decía que los ruidos le molestaban, cuando pasaba uno de vez en cuando), en la entrada y salida de Cardones, a pocos metros y de frente la Casa de Amparito la del Puente, casa donde vivieron la familia Lezcano Guerra y que vivieron la voladura del puente, donde también vi vivir a Cándido el de la tienda y familia, hoy de Paco hijo de Julián y Carmita Marrero.

Recuerdo de ver a los vendedores de los hilos y agujas

A los vendedores de helados anunciando a su paso con la corneta

A los afiladores con una bicicleta tocando una flauta que lo distinguía, dejando la rueda en alto y con cachos de trapos colgando para probar las tijeras, hoy se ven en motos

A los gitanos vendiendo ropas en fardos

A los que venían en burros vendiendo telas

A los vendedores de mercancías y vinos

A los de relojes y correas

A los que vendían pollitos

A Blas Prim, vendiendo piedras de mecheros o fosforeras, luego se hizo un vendedor de (todo por encargo y a plazos) después puso una tienda en Santidad